“¿Y si mejor compramos un campo y empezamos con la producción agropecuaria?”. Esa fue la propuesta que Amadeo Derito le hizo a su padre, Roberto, cuando este le ofreció comprar una propiedad en una isla mientras navegaban por el delta de Tigre. Esto significaba un ámbito diferente, porque ambos estaban de lleno dedicados a una compañía de refrigeración que el padre había fundado y que los dos habían hecho crecer.